martes, 17 de abril de 2012

FOTOGRAFIAS DE MUERTOS

matrimonio posando
con su hija muerta.
La fotografía de difuntos fue una práctica que nació poco después que la fotografía en París, Francia. La práctica consistía en vestir al difunto con sus ropas para después fotografiarlo junto con familiares o amigos. La fotografía mortuoria no era considerada morbosa, debido a la ideología social de la época del Romanticismo. En dicho período se concebía la muerte con un aire mucho más sentimental, llegando algunos a verla como un privilegio.

El hecho de fotografiar muertos tiene sus antecedentes en la provincia romana de Egipto, en aquel tiempo se tenía por costumbre inmortalizar a los difuntos en unas tablas de madera con vivos colores. Los retratos de El Fayum o retratos de momias de El Fayum o, retratos de momias son el único gran conjunto de arte de esa tradición que ha sobrevivido.

Los retratos de momia han sido encontrados a lo largo de todo Egipto, pero son más comunes en la meseta de Fayum, en particular, de Hawara a Antinoópolis, por ello el nombre.

Normalmente, representan a una sola persona, mostrando la cabeza y/o el torso superior, vista frontalmente. Las imagenes derivan claramente más de las tradiciones greco-romanas que de las egipcias debido a la gran cantidad de soldados veteranos que se asentaron en el área.

Se pueden distinguir dos grupos de retratos de acuerdo a la técnica: uno de pintura encáustica (con cera); otro en pintura al temple, siendo la última normalmente la de mayor calidad.

En la actualidad, se conocen alrededor de 900 retratos de momias.

En el Renacimiento, la técnica era el retrato por medio de la pintura en el llamado memento mori, frase que deriva del latín, "recuerda que eres mortal" y era utilizado, para la representación de los difuntos.

También aparece en esta época el molde de escayola a partir de la cara del difunto, que se seguiría realizando hasta el siglo XIX.

La composición de retratos de muertos, especialmente de religiosos y niños se generalizó en Europa desde el siglo XVI. Los retratos de religiosos muertos respondían a la idea de que era una vanidad retratarse en vida, por eso una vez muertos, se obtenía su imagen. Los retratos de los niños en cambio eran una forma de preservar la imagen de seres que se consideraban puros, llenos de belleza y eran la prueba misma de que la familia del desafortunado niño, había sido elegida para tener un "angelito" en el cielo.
Los mayas por su parte inmortalizaban el rostro del difunto tallando máscaras de jade.


Técnica de la fotografía mortuoria

Algunos retratos póstumos se caracterizan por los variados artilugios de los que se servían los fotógrafos para embellecer la imagen y despojarla de la crudeza de la muerte, intentaban algún tipo de arreglo para mejorar la estética del retrato. En algunos casos se maquillaba al difunto o se coloreaba luego la copia a mano. Los difuntos, por otra parte, eran sujetos ideales para el retrato fotográfico, por los largos tiempos de exposición que requerían las técnicas del siglo XIX. En la toma de daguerrotipo la exposición seguía siendo tan larga que se construían soportes disimulados para sostener la cabeza y el resto de los miembros de la persona que posaba evitando así que ésta se moviera. Las fotografías de difuntos los muestran "cenando" en la misma mesa con sus familiares vivos, o bebés difuntos en sus carros junto a sus padres, en su regazo, o con sus juguetes; abuelos fallecidos con sus trajes elegantes sostenidos por su bastón. A veces, agregaban elementos icónicos -como por ejemplo una rosa con el tallo corto dada vuelta hacia abajo, para señalar la muerte de una persona joven, relojes de mano que mostraban la hora de la muerte, etc.Los militares, los sacerdotes o las monjas eran, por ejemplo, usualmente retratados con sus uniformes o vestimentas características. La edad del pariente que acompañaba al difunto era el hito temporal que permitía ubicarlo en la historia familiar. Las personas que posaban junto al muerto lo hacían de manera solemne, sin demostración de dolor en su rostro.

Por los años veinte o treinta del siglo XX comenzaron a adoptarse nuevas tendencias que alcanzaron incluso la fotografía post mortem. De esta forma, los fotógrafos comenzaron a presentar a los muertos bajo nuevos ángulos y perspectivas: detalles de las manos o de otras partes del cuerpo, con desenfoques selectivos muy controlados y realizando primerísimos planos de ciertas zonas del fallecido.

"Angelitos"

El niño muerto fue objeto de culto en las diferentes culturas desde la antigüedad hasta nuestros días existiendo hoy en día una importante cantidad de fotografías de ese tipo, debido el alto índice de mortalidad infantil del siglo pasado que es cuando se pusieron de moda este tipo de fotografías, (la mayoría de los fallecimientos se debieron a los escasos recursos médicos en esos tiempos, como a la pobreza en muchos de los casos). Una familia común sumaban entre 8 y 10 hijos de los cuales solían fallecer la mitad. Tomando en cuenta ese contexto, las fotografías del niño fallecido junto a sus padres y/o hermanos, o simplemente el niño muerto, estaban comprensiblemente aceptadas.

Y aquí teneis, unos ejemplos de fotografías que la verdad, ponen los pelos de punta.








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